El curso acaba... Vale, no me quejo de esto como quiero relajarme en las vacaciones que vienen muy pronto. El curso no fue muy crítica, es decir, la lectura de los textos bastante limitados era de primera persona: nosotros leyendo los textos, punto. Me gusta este tipo de aprendizaje porque exige que los estudiantes vengan a sus propias conclusiones, no por la lectura de otra persona. Por el otro lado del argumento, creo que leímos demasiado de las primeros dos textos. Me pesó mucho acabar con esos, y el resultado habría sido el mismo: leer cuatro de los cuentos, o veinte, lo mismo a mi parecer. Los textos elegidos fueron perfectamente adecuados, y agradezco por el sentido de antecedente que acompañó los primeros dos textos; el tercero tuvo mucho más sentido por eso.
Y en cuanto a los textos, pensaba en lo que debería escribir aquí mientras conducía hacia mi hogar y se me ocurrió que este estilo o modo y las drogas psicodélicas van muy conectados. Pensaba en la sensación que los textos mágicorealistas dan al lector, la sensación de descubrir nuevas etapas de la realidad, de destapar las varias telas traslúcidas hasta que, después de cada traslado, la claridad empiece aproximarse más y más. En un colocón [trip] de setas, por ejemplo, una persona viene a una claridad superintensa, donde cada cosita está infundida con mucho más sentido que fue previamente pensado.
En lugar de ser simplemente una flor, se piensa en cada paso de desarrollo que sucedió en la crianza de ésta, de donde viene, y de la fineza de su estética. No me mientan que esta descripción no tiene nada que ver con el realismo mágico como lo conocemos. Además de esto, la experiencia psicodélica tiene como punto céntrico tirarse en sí mismo: descubrir a sí mismo. Es la definición de la novedad como cada experiencia tiene algo nuevo dentro. Relato este rasgo con la metaficción de realismo mágico; que, con cada paso, el lector (o el ‘tripper’) está consciente de que él o ella está en el proceso de ser aquí y ahora. La auto-consciencia. Y un punto adicional es la conectividad de todo el mundo, todas las cosas del mundo. 100 Anos me hizo dar cuenta de que cada acción tiene una secuencia de consecuencias, la cual me parece nunca acabada, y el final demuestra que acaso…estamos en control de nuestras vidas y que la única cosa que se debe hacer es reflejar en sí mismo (como también demuestra la ficción dentro de la ficción) para alcanzar este momento de ESTADO LIMITE.
Obviamente sabemos que cada yonqui tiene como objetivo alcanzar este estado límite, que al final, le trae a la plenitud de sí mismo hasta que la persona podría dejar del yo y nadar en el mar de todos seres – el alma del mundo (una idea triunfada por uno de mis autores favoritos, Paulo Coelho). No sé si yo creo en esta idea, pero quizá…
Adios y suerte a todos!
Sunday, April 11, 2010
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